La energía es fundamental para el
desarrollo económico de un país y para el bienestar de su
población. Forma parte del instrumental económico pues se la
requiere para activar todo tipo de maquinaria o herramienta y, aunque
no se incorpora materialmente a los bienes o servicios producidos,
tiene incidencia en los costos de producción. Además es un bien de
consumo final que se utiliza para el confort humano (iluminación,
calefacción, refrigeración, etcétera).
En la Argentina existen variados
recursos energéticos:
4 cuencas petrolíferas y gasíferas
(las de carbón son de poca relevancia);
4 ríos caudalosos como el Paraná y el
Uruguay y otros que no son de tanto caudal pero sí con gran
pendiente, como los ríos del Sistema del Desaguadero que descienden
de la cordillera de los Andes y los ríos de las Sierras Pampeanas,
son aprovechados para energía hidroeléctrica;
4 grandes superficies áridas y
semiáridas con alta heliofanía (mayor intensidad de la luz solar)
como la región de Cuyo, las Sierras Pampeanas, la Puna y la
cordillera Oriental, ideales para la utilización de la energía
solar;
4 áreas con vientos constantes y de
gran velocidad como la Patagonia, donde ya se produce energía cólica
(por la acción del viento);
4 extenso litoral patagónico con
amplitud de mareas que se podría utilizar para energía mareomotriz;
4 áreas con actividad volcánica como
en Neuquén, en los volcanes Copahue y Domuyo, y otras localidades
cercanas a la cordillera donde se aprovecha en reducidas proporciones
la energía geotérmica (calor interno de la Tierra);
En la actualidad, el desafío es
reemplazar las fuentes tradicionales provenientes casi todas de
combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural), que no son
renovables o son de difícil recuperación, por las energías
alternativas que tienen las ventajas de ser inagotables y no
contaminantes del ambiente. Sin embargo, presentan el inconveniente
de la alta inversión inicial necesaria para la construcción de la
infraestructura de la producción de energía (paneles solares como
se usan en San Juan y Mendoza o molinos de viento como los del Parque
Eólico Antonio Morán, en Comodoro Rivadavia) Por este motivo aún
son poco utilizadas, aunque después su costo de funcionamiento es
bajo ya que utilizan recursos naturales como el Sol, el viento,
etcétera.
El sector de energía eléctrica en la
República Argentina sufrió un profundo cambio en el marco de la
Reforma del Estado a partir de 1990, cuando se impulsó la
transformación del mismo mediante el paso al sector privado de las
empresas públicas y la privatización de las etapas de exploración,
extracción y exportación de los recursos energéticos, que en su
mayor parte fueron tomadas por empresas extranjeras.
Los combustibles fósiles
Los combustibles fósiles son el
carbón, el petróleo y el gas natural. En la casi totalidad de la
producción de energía técnica se utiliza el petróleo crudo y el
gas natural. Las cuencas sedimentarias argentinas con recursos
petrolíferos y gasíferos actualmente en producción son cinco:
Noroeste, Cuyana, Neuquina, Golfo de San Jorge y Austral. En nuestro
país, la explotación y el transporte del gas natural y del
petróleo, así como las refinerías, están en manos del sector
privado, siendo en su mayor parte capitales extranjeros.
La extracción de Petróleo crudo y gas
natural creció enormemente desde su privatización. La extracción
del gas natural pasó de algo menos de 30 millones de centímetros
cúbicos en 1990 a 50 millones de centímetros cúbicos en 1998. Lo
mismo ocurrió con el petróleo crudo que pasó de 20.000 millones de
centímetros cúbicos a alrededor de 37.000 millones de centímetros
cúbicos en dicho período.
Las exportaciones de combustibles a los
países limítrofes aumentaron desde la integración del Mercosur;
especialmente a Chile, como consecuencia de la construcción de
ductos (oleoducto o gasoducto). Por ejemplo, el oleoducto trasandino
construido entre Puerto Hernández (provincia del Neuquén) y el
puerto chileno de Concepción y el gasoducto NorAndino en el norte
del país.
Energía Hidroeléctrica
En Argentina, las mayores obras de
infraestructura para utilizar este tipo de recurso y obtener energía,
se encuentran en la cuenca del Plata y son de carácter binacional:
ya que la represa de Yaciretá se encuentra sobre el río Paraná,
compartida con nuestro país limítrofe, Paraguay; y la represa de
Salto Grande, compartida con Uruguay sobre el río del mismo nombre.
Sin embargo, no son las únicas,
también tenemos otras represas importantes situadas en áreas
montañosas y otras sobre los ríos que se alimentan de deshielo como
ser el caso de los Reyunos en Cuyo y el Chocón, Alicurá, Arroyito y
Futaleufú en la Patagonia, entre otros.
Pese a contar con estas obras, nuestro
país aprovecha reducidamente este tipo de energía con respecto a la
magnitud del recurso. Siendo además el mismo, autorrenovable y no
contaminante al medio ambiente.
Pese a que es un bien de consumo final
utilizado para el confort humano, la energía es de vital importancia
para el desarrollo económico y para la satisfacción de las
necesidades de la población de un país. Y aunque no se la incorpora
materialmente a los bienes o servicios producidos, forma parte del
instrumental que se necesita para activar las maquinarias y
herramientas en cualquier producción.
En Argentina, encontramos diversos
recursos energéticos. Por ejemplo, las cuencas petrolíferas y
gasíferas; los ríos caudalosos como el Paraná y el Uruguay y otros
que son importantes por su pendiente y no por su caudal, como los
ríos del Desaguadero descendientes de la Cordillera de los Andes y
los ríos de las Sierras Pampeanas, todos ellos empleados para la
producción de energía hidroeléctrica.
También contamos con grandes
superficies áridas y semiáridas con alta heliofanía, es decir, con
mayor intensidad de la luz solar, para la utilización de la energía
del sol. Tal es el caso de la región de Cuyo, las Sierras
Pampeanas, la Puna y la cordillera Oriental.
Otro recurso energético es la acción
del viento, llamada energía eólica, propio de áreas como la
Patagonia, en donde los vientos son constantes e intensos. En este
lugar, junto al litoral marítimo, encontramos la amplitud de las
mareas que se podría utilizar para la energía mareomotriz.
Y por último, nos encontramos con
áreas con actividad volcánica, como en Neuquén, en los volcanes
Copahue y Domuyo, y otras localidades cercanas a la cordillera donde
se aprovecha en reducidas proporciones la energía geotérmica, es
decir, el calor interno de la Tierra.
Actualmente, nuestro país desea
superar un gran desafío, el de reemplazar las fuentes tradicionales
como el carbón, petróleo y gas natural (combustibles Fósiles), por
aquellas energías alternativas que tienen las ventajas de ser
inagotables y no contaminantes para el medio ambiente, ya que las
primeras y de las que dependemos para cualquier actividad diaria, son
recursos no renovables o dicho de otra manera, son fuentes de energía
difíciles de recuperar.
Sin embargo, no son muy utilizadas
estas alternativas ya que su inconveniente mayor es la alta inversión
inicial necesaria para la construcción de dicha infraestructura de
producción de energía. Como es el caso de los paneles solares
utilizados en San Juan y Mendoza, o los Molinos de vientos como los
del Parque Eólico Antonio Morán, en Comodoro Rivadavia.
A partir de la década de 1990 y en el
marco de la Reforma del Estado, el sector de la energía eléctrica
en la República Argentina, también sufrió un cambio. Impulsado su
transformación mediante el paso del sector privado de las empresas
públicas y la privatización de las etapas de exploración,
extracción y exportación de los recursos energéticos, en su
mayoría fueron tomadas por empresas que no eran pertenecientes a
nuestro país.
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